Amistad sin distinciones

Max, el perro de Hernán Briceño, nos demuestra que un tractor New Holland puede ser un gran amigo

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​El campo es una fuente inagotable de personajes y anécdotas de todo tipo. A veces supersticioso y entregado a fuerzas que no podemos comprender, otras veces más inclinado hacia la ciencia y la precisión, el agro y el mundo que lo rodea es un lugar que, por fuerza propia, tiene historias de antología para contar.

 

El relato que se expone en estas líneas es diferente a los tantos que se oyen en el campo o que se puede haber leído en esta revista.

 

La amistad suele tomar diversas formas. No es necesariamente excluyente ser una persona para forjar una amistad y eso es algo que el productor agropecuario lo sabe bien. De miradas serenas, las vacas que pastan en las llanuras pueden transmitirnos su calidez e inocencia, los gallos pueden demostrarnos cómo se defiende un territorio, o los caballos revelarnos su fuerza y seguridad. Esos guiños y enseñanzas ayudan a estrechar vínculos con los animales que nos muestran, con pequeños gestos, un compañerismo leal y sincero.

 

El valor de los amigos es fundamental para el trabajo en el campo que, muchas veces solitario, puede presentarse ingrato y hostil. Lejos de las luces y el ruido de las grandes ciudades, la naturaleza manifiesta cómo una buena amistad no tiene raza, género o color.

 

El mejor amigo de New Holland​​

Hernán Briceño tiene 55 años. Vive en Quito, la capital de Ecuador, y trabaja en la localidad de Cayambe, ubicada en la provincia ecuatoriana de Pichincha y su actividad como productor florícola y ganadero –aunque la mezcla de rubros parezca disímil- tiene un porqué: la zona tiene una gran tradición ganadera y es una de las ciudades más reconocidas a nivel mundial en lo que a producción de flores se refiere, siendo comercializadora de estos productos a más de 110 países, entre los que se destacan Estados Unidos, Rusia, Canadá, China y, curiosamente, Holanda, el país con la mayor industria florícola del mundo.  


 Briceño pasa sus días trabajando en el campo acompañado de Max, un fiel ovejero alemán de tres años que no le pierde pisada mientras realiza sus labores diarias. Es sabido que, desde tiempos remotos, los perros cumplen una función muy importante en el campo: primero como cazadores, luego como guardianes de grandes rebaños ovinos y caprinos o simplemente como compañía en el hogar.  A esta certeza debe sumarse la sabiduría de estos animales, que con su fidelidad y lealtad son, sin duda, el mejor amigo del hombre de campo.

 

Entre las actividades que se mencionan, el pastoreo de vacas y ovinos es donde más se requiere ayuda canina aún en la actualidad. He aquí un dilema con Max: si bien está preparado para conducir animales hacia sus corrales, una de sus tareas favoritas es la de arrear tractores.​​


 


 

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